De volcanes a fiordos

No puedo contener este recuerdo. La nostalgia huele a humo de ocote y sabe a café servido en taza de barro. Fue una mañana en la que miré hacia el volcán y en mi pueblo percibí el olor de lluvia al contacto con la tierra, vi crecer la neblina.

También aquí, el agua nace de las montañas, llega a los fiordos, de forma amable se saliniza. En mi interior siento brotar raíces de lava, que dan forma a las enseñanzas de mis viejos abuelos. Aquí el silencio es la vida que duerme. Allá, los grillos hacen ruido, un ruido que arrulla.



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